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Allen Ginsberg, tras leer las críticas oficiales a su poema Aullido:
"La poesía ha sido atacada por un aterrorizado hatajo de ignorantes y pelmazos que no comprenden cómo se hace, y el problema con estos cretinos es que tampoco la reconocerían si se les apareciera en mitad de la calle y se los follara a plena luz del día."

miércoles, 25 de octubre de 2017

Masters del Universo




No es inteligente ir de listo. Si puedes vivir como el sistema exige, para estar integrado en su estructura, es porque a unos les han quitado lo que a ti te sobra y que te da esa pátina, oh my God!, de triunfador porque lo vales; pero... valer, valer, vales para aceptar con fruición (ay, esa inseguridad que sufre el pusilánime) las actividades delictivas del grupo de poder que te tiene contento, y un poco chantajeado, no lo niegues, para hacer de ti su inmejorable cómplice

¿Campeón en qué, por favor? ¿En callar ante el imperio de la mafia, en reírle los chistes al cacique, en despreciar a los nadies, como si fuese por su causa la pobreza que padecen? 

Ahora es cuando me dirás, con esa hipocresía que caracteriza a quien pretende adormecer su conciencia, que has trabajado muy duro para tener lo que disfrutas, como si los demás hubiésemos estado tocándonos la entrepierna desde que nacimos. Perdón, me sale la vallekana que me habita, y que alimento a diario, para no olvidar nunca de dónde vengo; pero voy a callar lo que realmente me apetece decir, alguien podría considerarlo una grosería, y dejar que sea el Robe quien aporte el último mensaje de este escrito, que me ronda por la cabeza desde la primera línea.























jueves, 19 de octubre de 2017

Plantado


Plantaron un cuerpo en la orilla del río;
querían otra cosa, pero lo plantaron.
De él nacerán manzanas seductoras y
cálidas noches mirando al mayor animal del cielo;
nacerán limones para aliñar la ensalada y
mil gotas de ámbar serán el fruto de su cabello.
Nacerá la sonrisa de la gente, cuando celebra la vendimia,
nacerán luces de estreno, perros verdes y
cariños filosóficos por lo elemental de lo pequeño,
ciudades y cuevas.
Será la aldea de los rebeldes a la epidemia
del Gran Blanco.
Porque lo plantaron.











domingo, 15 de octubre de 2017

Esto tampoco es una pipa


Esta escritura de talla mínima concéntrica no puede contentar a todo el mundo.

A veces lo intento, por ver cómo se ve mi rostro en un carnet de periodista; 

o empleo las mismas gastadas palabras de siempre, porque no es difícil 

poner ojos de fastidio nihilista. Lo que nunca se me ha dado de lujo 

(Ovidio, tío, lo siento) es contar cómo late la entrepierna del corazón de la mente, 

cuando va a llegar el elegido. O cuando ya se ha ido el interfecto. 

Eso es algo tan de mí para mí sola, que ni mil Nerudas me convencerían 

de que es estupendo aventarlo sobre campos metafísicos 

de un amor desesperado y en poema. 

Me ronda el presentimiento de que mienten como bellacos los que hablan 

de llegadas o de ausencias y nunca de lo que sube el pan 

cada quince días. 

A lo que iba: que me da igual casi todo, hasta cierto punto.


















domingo, 8 de octubre de 2017

Historia


No recordaba la historia que suelen contar las noticias. 

Ni olas ni frío ni rocas, chalecos salvavidas o mantas contra la hipotermia; 

a él volvían a atraversarle sonidos a hierro forjado en óxido líquido, 

temblor ante una maraña de redes de arañas de trampas de luces talladas 

en plomo y venas secas amarillas, temores absorbidos por la pena 

de una sombra sorprendida de ver tanto miedo, y un perro 

-asustado por las voces nocturnas de los grandes, los enormes, 

los gigantes de mirada acostumbrada a reflejar la locura 

que olvidó su ser primario-, 

aullando a la luna, si ha muerto un amigo.


Volvían el hambre y la rabia, el grito de la selva si está en llamas, 

parecido al canto de un ave ardiendo por nacer  

de la primera mujer que lloró a sus muertos, y recordaba, 

como si nunca hubiera pasado, la nube ácida 

que gira siempre en el mismo sentido.










miércoles, 4 de octubre de 2017

Trenes de barro



Trenes

amaneciendo sobre una cama de clavos,

contenedores de vidrio con miedo a la muerte,

que se acerca con cada golpe de sable,

voceros de desgracias en círculos sin salida.


Reunidos alrededor de la hoguera, haremos, 

de inocentes, cenizas,

hundiremos la estaca en los motivos del lobo y

juntos iremos cantando a la batalla,

contentos como niños liberados de la escuela.


Atrás dejaremos las huertas y las fábricas,

las lágrimas de risa y las vueltas en el baile,

las noches de invierno escuchando la lluvia.


Nadie aprende peor que un animal

que no se quiere.