El
aire levanta el vuelo,
jirones
invisibles gris claro insumiso
a
la ciencia escrita.
Su
fortuna es un caos ajeno al establecimiento de las leyes,
no
pregunta ni sugiere,
es
una acumulación de oxígeno en la mente libre
de
una playa vacía.
Si
anochece demasiado,
por
capricho de las máquinas crepusculares,
viaja
a hombros de gigantes para distinguir manzanas
de
peces muertos.
A
veces piensa que respira un silencio
casi
desesperado.