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Allen Ginsberg, tras leer las críticas oficiales a su poema Aullido:
"La poesía ha sido atacada por un aterrorizado hatajo de ignorantes y pelmazos que no comprenden cómo se hace, y el problema con estos cretinos es que tampoco la reconocerían si se les apareciera en mitad de la calle y se los follara a plena luz del día."

domingo, 26 de febrero de 2012

Odio sin dientes


El amor es odio sin dientes, 
retícula entregada a la polaridad
que amamanta los cambios de luz
para que crezcan fuertes.

Igual la sombra que el brillo descienden 
por la pendiente engrasada 
hasta encontrar el fondo divino
tras la mueca que envilece
la más genial de las artes,
pozo de vidrio incandescente.

Si amando tememos perder,
al odiar soñamos con el laurel del honor,
pero la rueda gira, agita pasiones,
dinamita lo intocable, cambia el humo
por el éter, nos traslada, nos mece
y nos despierta con la velocidad 
del viaje en la eterna noria.

Aunque a nosotros,
pobres seres a merced de la corriente,
nos parece que elegimos
el final de nuestra historia.

martes, 21 de febrero de 2012

La lluvia canta muerte

                                                                       Pintura. Lluvia. Gonzalo Espinosa


Llueve, 
y el agua canta muerte
con lágrimas ácidas en la estación perdida.

De frente mojan sus gotas,
avalancha idealmente organizada
en gaseosos estratos, móviles estructuras
tan frágiles como plumón de polluelo.

Sugiere el color del cielo un temblor
de pesadilla, una reunión de espectros
planeando desde arriba el estallido perfecto
que acompaña al fulgor del rayo.

Llueve, 
y el agua desciende en cortinas de plata
para lavar el rostro demacrado
de un suelo vestido de gris,
carbón y hongos en su pelo,
ensayando el efímero arte
de saber morir 
para que otros nazcan a tiempo.

Ciclo perfecto, si no fuera por la mutación
extraña de una especie que sueña
con no entregar su cuerpo 
al humus acogedor 
que nos promete la tierra.


domingo, 19 de febrero de 2012

Incandescente


Lánguido, perezoso se asoma el sumario
de partículas reestructuradas por el fuego.

De la hoguera revientan capullos de gloria
en incandescente serenata y se adivina el alivio
del luto en el rojo, en el naranja,
en el amarillo que sus dedos despereza
para que el calor reviva la sangre mutilada.

Vuelve el incendio a revisar los rincones
de mi casa, a beberse mil lágrimas 
que quedaron reclinadas 
entre ángulos romos, 
esas esquinas sin carácter.

El fuego libera hemisferios 
y quita valor a los fantasmas,
que sólo existen en nubes, 
en el vapor del sueño del olvido,
en tóxicos de húmeda síntesis, 
en algún recuerdo sin entrañas.

Y esboza la llama, 
entre líneas y rizos, 
un billete hacia el sol.

domingo, 12 de febrero de 2012

Aquella noche fría





Duelen los pies de andar el pedregoso sendero

hasta llegar a tu campo minado.

Almenaras distinguen las torres que te habitan,

de lejos veo sus luces

mientras una brisa escucha al río, 

tan sigiloso como una nube cubriendo,

de repente, sombrillas y toldos

en una verbena fantasma.

Desdice el silencio lo que no acordamos

en ningún banco de ningún parque

aquella noche fría que tenía los dientes de hielo.

Naturalmente, retomamos el legendario aspecto

de sinuosidades no identificadas

en el fluir de las calles.



jueves, 9 de febrero de 2012

Respiren




Si no reciben a diario el último rayo del día
describiendo el sinuoso curso 
de sus partículas elementales 
en constante fluctuación,
reclamarán las audiencias de los reinos
espectrales, dirán que el canto del búho
se solapa entre cena y despertador
 como si no existiera la fuerza dilatada en esperanza,
cuando el brillo es reminiscencia del agua
y su fulgor, creador
de equidistancias dotadas de algo más 
que centímetros podridos entre líneas y fronteras
habitadas por el signo del rigor.

Dicho lo cual, respiren.
Sin aliento no hay amor.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Quiero...

Quiero subir en tu espalda

cuando vueles

sobre los valles de mi cuerpo,

sentir el mundo en tus dedos

cuando acaricies

el punto álgido de la estrella,

ver cómo mueves el aire

donde apoya mi cabeza

cuando alivies 

el firmamento de mis heridas

con tu palabra.

sábado, 4 de febrero de 2012

Arena y canto



En ese campo rodeado de esculturas se resume 

la gloria eterna cuando al fin llega la calma.

También mueren las piedras con forma humana,

las de la mirada triste,  

las de las rígidas manos elevadas hacia el cielo, 

implorantes, 

inanes en su apariencia de rocas desnaturalizadas.

Condenadas al regalo de la observación sin prisas,

resuelven el destino de los astros y de las alcantarillas

sin que el más leve rubor delate la emoción que embriaga 

sus pétreos poros cincelados.

Se agrietan sus minerales carnes,

se desgastan sus entrañas, 

disienten la gravedad y su mística cabeza

de tanto ver los mismos caminos estancos.

Un poco más de lluvia y de viento,

de sol y de hielo sembrando distancias,

y en arena se desvanecen los granitos y los cantos.