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Allen Ginsberg, tras leer las críticas oficiales a su poema Aullido:
"La poesía ha sido atacada por un aterrorizado hatajo de ignorantes y pelmazos que no comprenden cómo se hace, y el problema con estos cretinos es que tampoco la reconocerían si se les apareciera en mitad de la calle y se los follara a plena luz del día."

domingo, 30 de diciembre de 2012

Conversación de silencios




Es un extravío de carácter luminoso dentro de un saco de humo,

cegador como escamas de una serpiente amarilla

asomada al ángulo izquierdo del ojo evidente.

Apura la copa de un trago

y calienta las manos de la pobreza

si resbala una lágrima sobre su pelo,

que arde sobre la escena

[aplausos al movimiento estelar de sus contornos]

cuando los hermanos fuman en silencio compasión

bajo el ingenuo amparo de una bombilla

mientras interpretan el insigne vocabulario de los vertederos.











miércoles, 26 de diciembre de 2012

Latido orgánico




Es extraño el brillo de una aurora deshecha en guedejas de niebla

cuando la noche ha pasado sin cerrar los párpados,

sin haber descubierto una vereda de olvido entre paredes

y techos que ocultan su rostro.


Es gris o es negra, esa pereza de mañana recién llegada 

sobre un ligero aspaviento de luces,

es movimiento perpetuo y un rayo que no crece

sin que lo advierta una mirada que ya no mira para saberse,

sino para perder un poco del lastre que nació por tantas horas en su espera.

Tiene arañazos blancos y una boca que sólo abre para que hable,

muy débilmente, 

algún rumor de vapores desmayados sobre sí mismos.


Exhala humedades ocres que se pegan a las sienes en forma de antigua idea

mientras suena su latido orgánico.









sábado, 22 de diciembre de 2012

De ámbitos y estigmas




                       
                       Dos tres dieciocho veces bebo veneno de dientes y aleluyas de tallos huecos

                       Esfínteres sin uso
                                                                                   
                       En cabezas de flujo inmóvil

                       
                       Añosos y repetidos actos de atención
                       
                       A la tartamudez 
                                                                                                       
                                                                                                      tic-tac-tic-tac
                       
                       De los relojes sin cuerda

                       
                       Bajo asunción que estrecha cercos
                       
                       De física herida por la incógnita
                                                                                                        
                                                                                                       a-mal-ga-ma
                       
                       
                       Expuesta para una ocasión sin ganas de resolverse en fórmula compuesta

                       
                       Bufones hidraulicos serpentean 
                       
                       Hilando trajes aparentemente nuevos que no desalojarán el agua sucia contenida




miércoles, 19 de diciembre de 2012

Nueve escalones




Es más dulce una gota de fiebre de lluvia 

que un prodigio

haciendo nacer amapolas blancas,

pero una bisagra quieta nunca tuvo tanta importancia

como el gorrión en lo conciso de un vuelo que apenas remueve el aire.

La sombra teme,

insistiendo en escribir historias de máscaras aturdidas

que apoyará en una vasija rota,

vacía de rutas su mente.

Bajo farolas de gas,

escalo hipnóticas escaleras para alejar su sanción 

de mi cumplimiento, 

y nueve son los pasos sobre la roca.








domingo, 16 de diciembre de 2012

El tiempo sometido


                                                                 Pintura de Rob Gonsalves




Si es la fuente del dolor lo que viste tu cordura,

si es por el debe dentro de lo insensato, un alarido en las sienes

o la escasez numeraria de un valor

sentimentalmente indefenso,

perdono tus muecas a coro con el eco mayoritario.

Que no prefieras pensarme como me sientes,

que te arrastre la débil corriente

sin importarte el sentido de una verdad

que nunca cabe en ese círculo de ceniza.

Si es por una vuelta más de tornillo con el color de la herrumbre,

un falso surco confundiendo alas,

el as de copas con una marca de fuego o un sintagma desnutrido,

perdono la triste forma que ha tomado la tarea con la que tanto reías

cuando jugabas con la rueda

que jamás pudo parar el ojo ciego de índices largos,

ese bosque sin salida.

Perdono tu tiempo sumiso, tu inclusión entre los restos,

perdono incluso el hecho de que quisieras

ser parte de mi imagen en el lago.






miércoles, 12 de diciembre de 2012

Poetas







Encaje encajado en el último bolsillo, paréntesis ilimitado, comparsas fluvias, ferviente mostrador
y tachuelas verdes.
El llano se sumó a la baraja revistiendo un ejercicio colorado como si nada, como si nadara por una vena untada, mirada capacitada, capacitada, capacitada...
Humildemente me inclino ante la dislexia ungida por el nombre más divino, vino y arterias, quiste
de granos de uva sobre el jinete que se asoma a los caballos frontisficando sombras y una violeta violentamente separada de las menudencias africanas dudosas y asimétricas.
Damasco el griterío y arrullo el enjuto y ubérrimo frisiolento mantenido en soliloquios, nueces y aire menudean los altares kilométricos unificados en argénteas madrugadas.
Inmortal milagro en larga cabellera soleada.
Hoy capturo feralismos en el hueso tuerto agrisadamente vivo.




martes, 11 de diciembre de 2012

Consecuencias


En el Espejo nos contemplamos. Para Álvaro el poeta, acción en la logia de los ecos.




Si el sendero se mueve a cada instante, imprevisto por el llanto

de un tiempo moribundo que no existe en la ausencia del sonido,

reconocedme entera y frágil entre las manos

de mil clámides al aire devastando las fronteras.

Hecha de pozos y lluvia volante,

supuración consentida y luego hambre,

brevísima como un planeta

que aún se asombra por el placer que encuentra en cada giro.

Contemplad en las yemas de mis dedos

la inversión de la prístina dolencia soportando sus dolores,

la boca de un muro, ruina de instantes callados.

Impasible ante el rumor del alud de las miradas, pierdo el rumbo,

soy hábito y sorpresa que saluda a la constante,

clave de sol que envuelve el sudor de las luces antes de que vuelva el día.

Se puede batallar y ser paz,

se puede ser nacida para nada

y en el vacío

fundirse.




sábado, 8 de diciembre de 2012

Rodeando lo callado




Para mi último abuelo, valiente como un niño que no sabe lo que es el miedo.


¿Y qué hago con el polvo de tu casa, reliquia enamorada de lo más pequeño?

Con las risas de tu hermano muerto -ángel de pesebre-

con el tren que te llevaba a los campos de tabaco,

con ese estruendo de botas negras,

con las olas que no viste más que desde lejos...


El campanario vigila de nuevo los pasos de los zagales,

apunta a sus huesos para quebrarles las voces,

enterrarlas otra vez en las acequias y que su aroma se pierda

en el hedor de un muro acribillado desde el silencio,

porque ancha es Castilla.


¿Qué hago con tus pupilas, transparentes por tanto llanto inaudible?

Acróbata condenado a la quietud del cementerio,

duende burlón de autoridades, apócrifa nota de himno falso,

puño cerrado ante la muerte, dime...




miércoles, 5 de diciembre de 2012

La causa de los días




No espero el signo de la victoria sobre los flujos vomitados.

Reniego tres veces seguidas,

poniendo mi mano izquierda sobre la página en blanco,

del dolor que mueve al caballo de crines lacias por el sudor preso

en el vértigo de la conciencia.

El silencio vive,

recorriendo el subsuelo de las voces malditas desde que el tiempo fue hacha y arado,

para deshacer los hilos deformes de la hidra insana, araña líquida

tejiendo su escuálida tela, simple reflejo de lo que luce.

Nadie puede evitar que cambie el caos lo oscuro por la verdad primera.




sábado, 1 de diciembre de 2012

Pata de garza






Un impulso en decadencia quisiera acechar

sonidos que vibran en pasos rápidos

sobre el asfalto caliente.

No puede seguir el latido de una vida que no mira

más que al astro que enrojece la línea de la cabeza

cuando la tarde se tiembla ante el silencio de las luces.

La oscuridad aproxima su mística pregunta

a la razón hueca de ideas fosilizadas, 

pero esa farsa no sabe solucionar

el enigma sonriente.

Noches habrán de venir -dijo una garza tranquila-

en las que el frío será tumba de los gestos

asentados en la costumbre simiesca.

Siempre fuera del alcance de un dedo nudoso

que esboza vacíos

en diálogo cegado,

la pata que la sujeta es silueta,

piel y huesos que se muestran

sin confusión ni lamentos.






martes, 27 de noviembre de 2012

Desde la orilla






Ya escucho los cantos de las sirenas desde la orilla.

Música que invita al baile de las algas,

otras fronteras con sonrisas de poniente,

vientres profundos que no le temen al agua.


     [Ulises no pudo perderse entre las olas del tiempo,

                                              su cuerpo no quiso ser 

                                               eterno descubridor de asombros enardecidos 

                                                                                   entre corales verdes,

                                                                      pater incólume amarrado a la columna de sus llagas]


Sirenas que cantan en dorados y en simientes,

que cuentan a los difuntos un cuento en el que la vida 

pervierte la rigidez de lo inmóvil,

sagradas notas que alzan por encima de olivos

y nubes rotas sus cuerpos mutantes cada vez que se las siente,

cada vez que se las nombra con nombres que aún no existen.


Ráfagas de gotas envueltas con lirios transparentes

defendiendo una estrategia de voces polarizadas,

alucinación constante, ojos abiertos, 

bocas que abrazan el instante que no muere.








viernes, 23 de noviembre de 2012

Orgullosa entre despojos






Perenne, impávida y pétrea,

deletrea cada una de las coronas de espuma

convencionalmente química, ese muro

de catacumbas desplomadas 

que huele a matanza de cerdo en la aldea.

Amarilla como la mostaza, con la aridez del óxido incrustado

entre los átomos del hierro,

alacranes y flamas se afirman ante ella,

Durga orgullosa en la gloria de los despojos.

Separa las hojas mojando su índice en sangre coagulada,

siempre esperando el milagro de la licuefacción,

como una niña aguarda el día

de las gotas rojas entre las piernas

para ofrecerse en sacrificio a un ángel,

aunque después nunca se le otorgue el perdón.

Está rancio el pan sobre la mesa,

verdea de pálida vergüenza 

cuando escucha: "In God We Trust".




lunes, 19 de noviembre de 2012

Es un sonido impreciso





Un tiempo muerto entre dos explosiones.

Posesión de lo innombrable, es una cáscara de nieve

magulladita, con las alas derritiéndose deprisa

por el relente del sol.

Una espina que no habla bajo la piel

porque se quedó callada ante una avalancha de insectos

volando en formación ascendente,

más alto, queriendo salirse del diámetro de la autopista,

pero aquí dentro.

Es un sonido impreciso que devora los espacios

entre un salto y una caída.




En España hemos pasado de 3.421 suicidios en 2008, año del comienzo de la crisis, a 4.500 personas en el 2011, aunque nadie se ha atrevido a explicar las razones de ese aumento; pero la realidad es que los comedores sociales de Barcelona, por ejemplo, llegan a tener una lista de espera de 23 días. Y sin datos aún del 2012.



http://wiki.15m.cc/wiki/Lista_de_suicidios_relacionados_con_la_crisis


viernes, 16 de noviembre de 2012

Tan de plata






Una curva de tu cuello delató la ambivalencia de las flores.

Pétalos serenos, redondos, simples contornos del reino

de los nacimientos, 

amenazaron mi calma, observada desde el balcón más alto

del palacio oscuro, casi muerto.

La sombra no sólo a mi me exonera de las luces en la terraza.

Hay que tener en cuenta que la distancia es la misma desde el ser

a la imprecisión siempre viva de los amanceres,

azules, límpidos por la niebla, resbaladizos y blandos

dentro de la dureza del hielo.

No he visto aún una fórmula que se parezca a aquella carretera

fría en la mañana recién horneada,

tan de plata como el acero de las hojas de chopo

sobre la alfombra de tu misterio,

sobrio y decente, extremadamente al límite

de un milagro sobre mis senos.

Canta un jilguero y duermo, por fin, 

en el regalo de tu playa, árboles y retamas hacen de orilla,

la arena es mi mirada desmembrada

en poros de piedra, musgo y semillas.




lunes, 12 de noviembre de 2012

Amarilla
























El núcleo de la intención duda entre cerrar los ojos

o despertarse sin ganas.

Me contabas sin hablar que no es sano dolerse de las escamas

que aún llevamos en los huesos,

pero es lo único humano que queda tras la parálisis de la muerte.

Y me duelo para sentir el estómago en la garganta,

Babilonia en mi aldea,

el rayo verde sobre la hiel amarga...

Un hongo pequeño sobre una lengua de vaca

sacude mi sangre para decirme que estoy ausente.

De las pruebas del honor, de las quejas desde lejos,

de la arritmia misteriosa y del sol inventado por nadie.

No todo vale para recorrer indemne la cadena de los montes

y traspasar ese surco que promete la vida si así lo quiere la idea.

En la habitación blanca, sin esquinas

de aristas inquebrantables por la lógica geométrica,

todo vuelve a su tamaño subiendo o bajando según baila

el implacable fósforo de una cerilla encendida,

tan breve.





jueves, 8 de noviembre de 2012

Bucles de querubín serio






Un cigarrillo promete quemarme los dedos

mientras procuro pasear sus atmósferas 

de humo quieto por el susto de una noche insomne.

No le dejo concebir más historias delineadas en ceniza,

siempre cayendo sobre aquella noción primera,

caracteres autónomos de polvo de algodón,

humilde cuchara de plata renegrida. 


Sin ganas de alimento despertaré, sin movimientos planetarios,

sin intenciones idénticas a las anteriores leyes de la planicie nebulosa.

Entre destellos naranjas, mi cuerpo se reblandece.

Uñas gigantes vestidas de duelo amenazan la curiosidad de los días,

rubios bucles de querubín serio sobre el borde de mi cama,

pobre niño con alas para subir al cielo.

Me da miedo su mirada, tan triste como una hoja sin venas de savia,

sin tendones ni soporte de calcio para su leve y transparente visión.


No encuentro la forma de alumbrar el espejo que delata

mis ojos hinchados por la avalancha de los limbos, 

hartos de estar siempre en el centro.

Hace frío entre las sábanas.






domingo, 4 de noviembre de 2012

Noche en blues



Sobre ese baile regio de máscaras tuertas

se genera un neón parpadeante

que alumbra voces entrecortadas siguiendo el recorrido

abierto por las dudas del invierno, que no crece.

No hacen ruido las palabras, pero resuenan en las salas

entrenadas para la supervivencia de la especie

denunciando la inútil herencia ritualizada,

el análisis inexacto,

un proyecto evitado desde antiguo

por los aros que adornan los lóbulos de los montes.


Siendo el niño un fantasma vestido de luto,

la blanca línea oprime las gargantas

hasta atravesar un corazón de roble.



jueves, 1 de noviembre de 2012

Esta noche es de los muertos




No sé si ya estabas muerto en el amanecer del alba,

cuando extendía mis manos 

y las tuyas se callaban en aquella casa fría.

No sé si tu cuerpo se movía o paralizaba el mío

con un gesto de cansancio si un salto

se asomaba en mis pupilas.

Era el silencio tu norma, era el hastío tu herida,

érase una margarita deshojada de antemano

fuera de toda esperanza,

desterrada de la vida.

No sé si fingías ser un sabio triste o algún soberano ausente,

nunca supe si tus pasos llevaban rumbo

o sabías que perdiste.

Hoy te siento en el murmullo de una noche malquerida,

hoy te reconozco intacto, 

como un himen sin caricias.




domingo, 28 de octubre de 2012

Los claveles de las tumbas



Yo no robo los claveles de las tumbas,

que fue un soplo con aliento de alfileres lo que se llevó

sus pétalos dentados.

No me siento en piedra muerta

para observar lo que dicen que ha pasado, no puedo mirar inerte

los relámpagos del cielo, que siempre abre sus puertas cuando le llamas.

Las viejas casas que encendían los ojos para alumbrarnos

hoy maquillan rostros nuevos,

ya no recuerdan aquellas noches espejadas porque nacen a diario,

cuando cada día termina con los afanes de la cordura vigilante.

Las calles se levantaron y volvieron la cabeza,

esa cuesta que corría hacia la plaza

sigue ahora atentamente la dirección de una flecha

sin importarle más que el impulso de unas manos.

La turquesa se desvive por un lecho de mercurio

y un diamante hace carbón con el roce de la vela.





lunes, 22 de octubre de 2012

Los cielos del norte





Los cielos del norte no sorprenden la vista con aguaceros de rayos de desolación.

Lo hacen con la suavidad de un azul imposible.

Allí caben el desamparo y lo excelso

en un milímetro cuadrado,

lo eterno y lo efímero mistificado por la apariencia de la piedra.

Playas de nubes cegadas por los mil matices que propone un mar de aire,

doblan sus rodillas ante la luz del sol filtrada por la humedad, el polvo y la ceniza.

Esos brillos de metal frío sólo se encuentran en el centro

de algún cráter encendido por la mano muerta de un arcángel anunciador.

No es posible reproducir la visión, sólo se puede acudir a la frágil memoria

para sentir que los ojos navegan por un infinito acostumbrado

a la ingravidez de las raíces.





miércoles, 17 de octubre de 2012

Tanta seda entre los dedos





El embrujo de la tarde comienza a mover su melena.

No hay nada tan esencial y tan breve

-tanta seda entre los dedos-

como una madeja de pelo 

embriagada por la brisa del otoño.

Gris y nubes son escudo de las luces,

son muralla, son barrera que contiene 

el pleno pulmón del aire

para no morir en éxtasis de respiros.

El latido de sus ojos, seguramente contamina de oro

el camino que siguen las brumas.

Seguramente alimenta la experiencia con sonidos nuevos,

seguramente. Y puede que hasta sirva para resolver

el misterio del sudor de las pestañas,

que se vuelve costra de sal si no duerme en ángulo la pupila.

Cualquier cosa se aclara 

bajo su mirada de luna creciente, seguramente...





viernes, 12 de octubre de 2012

Lo que dibuja con el pie





Las pesadillas siempre anuncian su llegada

con dolores en el vientre.

Con el reflejo de un puño de humo estrangulando

dos millones trescientas mil gargantas de estómago

sin saber siquiera lo que hace.

Vienen como fantasmas disfrazados de arlequines,

de ésos que no engañan a quienes tienen

la suerte de ver lo que dibuja la tristeza con el pie

sobre la arena de alguna playa.

Se aposentan como lánguidas damas tuberculosas

en el lienzo de la cama y sólo se esfuman

cuando han asustado a los niños con carcajadas de tormenta eléctrica.

Al irse, suelen dejar un olor a camelias marchitas.








lunes, 8 de octubre de 2012

Donde la cima se eleva






Cuando cantaron todas las estrellas,

los hombres buenos se alegraron.

Ante mística audiencia se posó el pensamiento,

enemigo galopando

con estrépito de voz perdida.

Allí mismo surgió entonces una isla discreta,

una antigua ciudad mutante 

de tornillos engrasados;

una asepsia que no daña la vista,

quizás una visión de voluntad

alucinada por la ingenua arquitectura

que soporta el equipaje de arcilla.

Es fuerte, sin embargo,

el entramado de cables que aún conocen

la dimensión preferida por las alfombras

que recorren las escaleras.

Como la cumbre de una montaña, 

la curva de una rodilla.





martes, 2 de octubre de 2012

Las marcas




Con acento francés, los huecos de las sienes boquean en plata. 

Los pómulos surcados como dunas orgullosas 

delimitan el primitivo gesto con una frontera blindada por costumbre.

Trece marcas de sol en las rayas de las manos

ven santos y gentes sin alma en el comedor del ruido de hierro

mientras controlan el movimiento de los atardeceres.

Una buena suerte ciega envuelve con manto púrpura

el aleteo de la voz de la tierra protegida por escarcha

cuando los dedos se recrean entre el tabaco y una bola de opio

escondida en en bolsillo de la emperatriz muerta.





martes, 25 de septiembre de 2012

Pintada en sepia





Una mujer color de tinta cobriza

cimbrea su postura mirándome desde el balcón 

de un espejo cómplice en el azogue.

Mercurio diseña por ella los movimientos, tan lentos

que se diría que el tiempo aún no ha nacido

para el bostezo infinito.

Elástica y dolorosamente bella,

con esa quimera pintada en la frente

como un lunar de Shiva,

ladea la cabeza y su pelo es cascada 

en horizontes verticales

de pétalos aparecidos para el placer de las orquídeas.

Nada más se mueve en el marco,

que aparenta ser imagen borrosa por el humo de los cigarrillos.

Levanta una mano,

las dos,

hacia el cielo, 

y se ofrecen mil reproducciones de ese milagro.

Con cándida lascivia se descalza luego asomando un pie

digno de que lo adoren todos los componentes

de todas las dinastías, lo acaricia, frágil polluelo,

me mira de nuevo y sonríe

como un ángel que nunca viera morir su sexo

por afán de lo extraordinario.

Con sólo ese gesto, hace que la eterna canción de las esferas

sea un breve silbido de sonidos apagados.

Y yo lo comprendo entre mis manos radiantes.





viernes, 21 de septiembre de 2012

Ojos de cristal






No está lejos el fin. Su voz declara: casi no soy, pero mis versos ritman
la vida y su esplendor. Yo fui Walt Whitman.
(Camden, 1892, Jorge Luis Borges)



Esas pupilas-reflejo-de-pozo recibían alfileres

de tiempo embriagado desde el día

en que los aires cambiaron de sitio.

Su barba consentida hablaba por él

mezclando el norte con la tierra,

el sur con el olivo,

la marea de los trigos nunca fue tan armoniosa

como su pelo escondiendo una boca que se ríe.

Adelantó por un paso al viento,

un minuto más, y despierta el techo dormido 

entre voces que vuelven de la gruta de una diosa.

Siempre lo creyó posible la sombra que guardaba

el sombrero de Walt Whitman.











domingo, 16 de septiembre de 2012

Sobre una cuerda muy fina



                                                                                                     




















Ópalo tembloroso,

tintineo mineral sobre un vuelo de cortinas,

siempre esperas que mis cabellos bajen los escalones

antes de envolverme con tus hilos.

Entras,

amarillo de sonrisas de lechos de bronce,

con la distinguida altura de los pensamientos casi completos,

casi con detalles,

casi con la inundación de tus lindes

anunciada por el milagro de la incertidumbre.

Baila el destello sobre una cuerda muy fina

para demostrar a los rápidos latidos

que el tiempo puede dormir detrás de la máscara.

Y avanzan, avanzan sus pasos sin mirar más que a los ojos

de un depravado sueño que va prometiendo seres

lejos del cartón y de la piedra.







miércoles, 12 de septiembre de 2012

Entre silencios



Mientras una cinta de hierba me abraza la cintura,

la distorsión merodea lenta y clara.

Las chispas de las velas dan un matiz sobrenatural

al iris que viaja sobre la serpiente,

verde y con una mano extendida hacia el extrarradio del límite.

Un suburbio de voces reúne los cambios,

pocas veces el aire fue tan azul como cuando la brisa

se volvió lluvia de lágrimas secas, demasiado oblicuas

como para no obligar al astro a girar su eje.

No me muevo para que el tránsito irrepetible

de los círculos se vista con alas de Pegaso

y a la velocidad del rayo dibuje su estela sobre mi nuca.

Poco a poco, me empuja la sombra de un roble

hacia el recodo de alguna playa de escamas

y vuelvo a nacer entre silencios

asombrados por el fragor de las luces.








sábado, 8 de septiembre de 2012

El amparo de los pasos






La disciplina requiere el sometimiento del cuerpo, su muerte prematura, su espontánea naturalidad arrasada, su tacto perdido en el miedo manifiesto.
      -------                                                                                     ------

Me pregunto a veces por el requisito prescindible

de absorber el dolor que inventas 

como parte del decorado de tu cuerpo.

Por la dirección única que toman tus palabras, exactas

como un milímetro para que no sufran tus desdichas 

el aleteo breve

de una verdad que te asusta 

igual que el rostro 

de un mal sueño sin haber dormido.

Me pregunto si la norma interfiere por convicción

o por costumbre reverenciada, espejismo

de un reflejo que cae al precipicio

por no amparar esos pasos,

esos saltos que amenazan 

aquello que no se mueve.

Con tus manos vacías sostienes una estructura

que no existe más allá de tus equívocas certezas.

Sobre tus palmas vacías no se posa nada.







miércoles, 5 de septiembre de 2012

Reducción




Entro displicente bajo la camisa,
juego a la oca y marco pasos
de bailarina 
bajo un sol de media noche en el salón.

*

El hielo se rompe por los dedos 
de un pez nacido voluntariamente
bajo la nieve. Asoma la cabeza
igual que lo hace
un anatema de perfectas costuras.

*

Sentada en la escalera.
Se elevan las gárgolas desde el suelo
hasta el principio de los días
mientras una curva estira mi espalda
como lo haría el cielo con la tierra.
Hacia afuera, hacia afuera...





sábado, 1 de septiembre de 2012

The girls are all right



Están formadas de compuestos siderales,

no delatan sus pestañas

el incendio que se esconde detrás de su postura

porque enfrían el contorno de sus  hombros

con algodón refractario.

Tienen la risa del cauce de un río cuando sale de un remanso,

agilizan el verde de los pinos,

se sustraen de la evidencia por el destello de un brillo

que niega con estrépito las estadísticas.

Amanecen desesperando las horas, su velocidad

reblandece el círculo infinito y la espiral se concentra

en toda su dimensión. Aceleran

el estío para entrar en el mundo de las hojas perdidas

por el soplo de algún dios sin bautizar.

Amasan el cántico de los días y amanece

una rebanada de lengua de mariposa.








martes, 28 de agosto de 2012

El alma de la noche




                                                              El alma de la noche, pintura de Leonid Afremov




Hay montañas en el centro de la noche,

un silencio que retumba desde lo negro

hasta mi oído, una eficacia de conjunciones 

y delicadas hormigas sobre su piel.

Se arrastra un resto de viento creciendo

a medida que se esconde la tierra

bajo la sombra para que las cosas cambien de sitio,

transmutaciones calladas y calmas.

Hay sugerencias y sentidos,

pálidos techos desmaquillados,

aromas a papel viejo,

hay extraños reflejos en la noche.





sábado, 25 de agosto de 2012

Emigrado de la ausencia





Llévame al confín de las débiles leyes que se rompen,

acompaña a uno de los seres que me conforman

hacia el no final de esta noche,

hazme estrella en el séptimo hueco escapado de los días

que tampoco se asustan de los dientes largos,

acuéstame en el tibio letargo de un suspiro

huido del pulmón de un trompetista

que interpreta su mejor canción dentro de un taxi,

rendija de aire reventando miedos.

En ese lugar emigrado de la ausencia

hará posible la espuma

el grito acolchado por una red invisible,

a no ser por el rocío.

Una lengua despierta

que no se pierde en vanos sonidos incapaces de dar frutos,

inventa idiomas

de infinitos senderos.




martes, 21 de agosto de 2012

Como humo se va




                                                                             


Se expande como viento solar

en avance continuo,

se entrevista con los rayos,

les cuenta que es su cuerpo traspasando las aristas

el artífice de su misión,

se anima con un soplido suave,

aparecen cabriolas -rizos grises de las perlas-

en espiral libre del único sentido,

alegre y sin gravedad

levita la composición,

se deshace para encontrar en el límite del fondo

un estanque adornado con nubes plomizas.




sábado, 18 de agosto de 2012

Terciopelo arrugado






Vapor de suspiro matizado por un velo,

susurro y arrullo,

un desprendimiento de rocas en la lejanía

es su voz, cabellos al viento,

lija gastada en esquinas de noches frías

huérfanas de olvidos,

alivio de luto, caricias de fondo en un jazz carioca,

arrugas en la frente de un niño.

Entra de frente por derecho abriendo puertas

armadas de cerrojos, no hay pena que resista

ese sonido asomado a una garganta

que es gruta y colina

amaneciendo en sombras,

requiebro tierno de pálpito en las sienes,

el vuelo suave

de un manojo de espigas.